LA SEGUNDA FIEBRE DEL ORO
Los habitantes de la localidad de Whitehorse, capital del Yukon, región situada al noroeste de Canadá, no pueden creer lo
que está ocurriendo.
Desde que a mediados de 2012 un estudio de la Organización Mundial de la Salud sobre la contaminación
atmosférica por partículas en suspensión en 1086 ciudades del mundo situara a Whitehorse como la ciudad más limpia del
planeta, varios miles de personas han viajado al Yukon desde todos los puntos del globo con la esperanza de iniciar una
nueva vida en esta tierra prometida.
La mayor parte de estas personas son enfermos de SQM, Sensibilidad Química Múltiple, en grados muy severos, a quienes
incluso los niveles de contaminación rural de fondo en sus paises de procedencia les hacía ya imposible la supervivencia.
Algunos de ellos están tramitando o han obtenido ya la residencia permanente en Canadá, país que acoge anualmente a
alrededor de 200.000 personas en el marco de su política de inmigración; otros han entrado en territorio canadiense de
forma clandestina. Las autoridades locales de Whitehorse, incapaces de frenar la avalancha, se encuentran desbordadas por
la situación y han puesto de relieve la incapacidad de la provincia para acoger a nuevos desplazados.
Algunos de los refugiados han adquirido terrenos, en algunos casos grandes extensiones, por todo el Yukon y están acogiendo
en sus propiedades a los recien llegados.
Los insólitos hechos traen a la memoria una avalancha humana similar acontecida en este mismo territorio a finales del
siglo XIX por razones muy distintas, cuando tras encontrarse oro en el río Klondike 40.000 personas acudieron a la región en busca de fortuna.
El día que empezó todo
Cualquier día en la vida de nuestro viejo mundo ocurren millones de sucesos. Un número significativo de ellos tienen profundos efectos sobre las vidas de algunos de los millones de seres que poblamos la tierra. Pero sólo uno entre un billón de estos acontecimientos, casi siempre bajo un velo de inerme intrascendencia, marcará el futuro de la humanidad y de los demás seres de este planeta en su conjunto. Este insignificante fragmento de la red al que el destino te ha conducido alberga el germen de los hechos que están por llegar y que operarán sobre nuestro mundo la más profunda transformación.
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